Cuesta creer que tanto haya valido para tan poco; cuesta creer que aún a día de hoy se nos siga tomando el pelo de semejante manera. Sinister tenía todos los ingredientes para triunfar, empezando desde sus primeros segundos, en que una escalofriante secuencia muda grabada en Super 8 basta para crear una atmósfera gélida, sobrecogedora. Y acto seguido, con la presentación del grueso del film, de aspecto formal sobrio y elegante, y con premisas y personajes tan arquetípicos como sólidos y bien definidos. O sea, que entre una cosa y otra, y sabiendo quién está detrás, margen de error, poco. Pero el primer revés se empieza a intuir conforme se quema metraje y los estados anímicos se van asobinando: la trama parece no poder avanzar hacia ningún lado, y empiezan a aparecer los primeros sustos de la que apuntaba a grande de terror del año. Malo: son los botes de siempre, provocados por un efecto de sonido desproporcionado, o un repentino primer plano de cualquier tontería que hasta el momento se hubiera mantenido fuera del mismo. Sensaciones frías que se espera reciban recompensa conforme vayamos encaminándonos hacia el final.
Sólo que dicha compensación no se da nunca. Todo en Sinister se mantiene en su línea de aburrimiento y tramposidad. El argumento definitivamente demuestra no tener nada que contar, y los sustos, insertados a cuentagotas, siguen abusando de recursos burdos, hasta irritantes, la verdad. Por si fuera poco, las pistas que esconden las cintas encontradas para saber qué ocurrió con las muertes que contienen, son alteradas para ir liberando la información a gusto de la película, imposibilitando que el espectador pueda entrar en el juego de tratar de adelantarse a los acontecimientos. Mientras un esforzado Ethan Hawke hace lo que puede para tomarse en serio su papel e insuflar algo de dignidad al asunto, Sinister va poniendo cada vez más en evidencia que esto no va a ser más que una fotocopia de The Ring, sólo que sin el punch de la de Nakata/Verbinski ni su capacidad para, con perdón, cagarnos de miedo.
Un pastiche de iconos desfasados, una inexplicable apatía, un burdo sacacuartos perpetrado, como siempre que aparecen los términos found y footage en una misma frase, por Oren Peli. Eso es todo lo que ofrece lo último de Scott Derrickson. Sin una sola imagen para el recuerdo, sin un solo susto digno de reaparecer en la oscuridad ni un argumento convincente, si para algo sirve Sinister es para poner en evidencia que al espectador ya no se le puede comprar tan fácilmente. No hay mal que por bien no venga: esperemos que casos como el de semejante despropósito tiendan a desaparecer de una vez por todas.
4/10
Por Carlos Giacomelli
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Un póster quieto, y otro en movimiento
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No puedo entender como está gustando tanto a la gente..si, para mí, lo mejor de la película fue el apagón de la pantalla en sitges!
ResponderEliminarMala, hasta decir basta. Me niego a creer que el intelecto humano haya tocado límite en el género de terror. Leí una crítica de otro espectador, y ponía que la gente no paraba de hablar en el cine, de lo aburrida que era, y creía que era una exageración, doy crédito de que en mi sala también ocurría. Utilizando una frase de Desperate Housewives: Era tan mala que, ha habido un momento hacia mitad de la película, en el que me he atrangantado con el caramelo que estaba chupando.... Y no he luchado por sobrevivir¡¡¡ XDDDDD.
ResponderEliminarLo único bueno es que me han invitado a ir a verla, asi que tampoco he salido de mal humor de la sala.
ebrom, para nosotros igual! Lo comentamos en su día en Twitter, y hasta pusimos la foto de la carta de ajuste xD ...Por cierto, que sea la última vez que vas a Sitges y no te presentas :P
ResponderEliminarAnónimo, celebro que la cosa, al menos, no sea sólo nuestra. En serio, hasta recibe buenas críticas la película! de profesionales!! El mundo está loco...
Genial la frase de Desperate... la verdad es que se puede aplicar perfectamente a mil y un películas últimamente...